Bienvenidos.....Los estaba esperando



domingo, 10 de junio de 2007

Ven, Señor...

Ven Señor a mi rivera, en donde el agua fresca
calmará tu hoguera.
Ven Señor y permite a mis manos
calmar tus ansias.
Permíteme Señor ser, por un momento,
tu manantial risueño.

Confía Señor, en mi amor eterno.
Descansa tu hermosa cabeza
en mi humilde regazo,
que vacío se encuentra,
esperando tu divina presencia.

Por tan solo un instante, Señor amado,
ven a mi rivera a calmar tu hoguera
y llévate mi recuerdo, amor risueño.

Mi señor, mi hermano, mi hijo.
Mi dulce amigo, mi amor infinito.
Mi sueño, mi paz y mi silencio.

sábado, 9 de junio de 2007

Otro regalo de Violeta Parra


Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros, que cuando los abro,
Perfecto distingo lo negro del blanco,
Y en el alto cielo su fondo estrellado,
Y en las multitudes el hombre que yo amo.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
Graba noche y día grillos y canarios
Martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
Y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto,
Me ha dado el sonido y el abecedario.
Con él las palabras que pienso y declaro,
"Madre,", "amigo," "hermano," y los alumbrando
La ruta del alma del que estoy amando.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados.
Con ellos anduve ciudades y charcos,
Playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón, que agita su marco.
Cuando miro el fruto del cerebro humano,
Cuando miro al bueno tan lejos del malo.
Cuando miro el fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa, y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
Los dos materiales que forman mi canto,
Y el canto de ustedes que es el mismo canto.
Y el canto de todos que es mi propio canto.

Gracias a la vida que me ha dado tanto

miércoles, 6 de junio de 2007

Semblanzas de un revolucionario

Muchos personeros de nuestro país se hallan intentando definir lo que constituirá el Socialismo del siglo XXI, conformando una ideología que se supone, más temprano que tarde, tendremos que aceptar los pobladores de esta hermosa Venezuela, seamos o no revolucionarios. Mientras eso ocurre, he decidido compartir algunas ideas construidas a través del tiempo, sobre el revolucionario, ese revolucionario que conocí en diversos espacios, vestido de docente, doctor, electricista, campesino… , ese revolucionario de la vida cotidiana.

Un revolucionario se esfuerza por construir un mundo mejor sobre las miserias humanas, un mundo donde hay espacio para todos, con sus particulares formas de comprender la vida, ya que la revolución es unidad y es esperanza
Un revolucionario es un servidor permanente de su pueblo, capaz de comprender la grandeza y la minusvalía humana, la pasión o la languidez de un sueño inconcluso por la soledad del hombre que no encuentra con quien compartir su vida.
Un revolucionado es humilde de palabra, ecuánime en sus decisiones, noble en sus acciones. Por no afectar su cometido, prefiere el anonimato, siendo reconocido, en muchas ocasiones, cuando ya su vida descansa, en el silencio de los inocentes.
Su misión se centra en luchar, con su pensamiento, conocimiento, creatividad, contra las circunstancias adversas que amenazan la libertad, la justicia, el respeto de la gente por la gente y por la naturaleza. Lucha por una sociedad justa, solidaria, que garantice la distribución equitativa de la riqueza, preocupándose porque se concrete en educación, trabajo, salud, bienestar, recreación, progreso, así como la transformación social y la transformación de la persona,
El lema del revolucionario es persistir en su protesta y en su acciòn contra lo establecido que agobia a su pueblo, sin sentirse un ser disyuntivo, ni superpuesto, ni superior, pues la petulancia, la arrogancia, la manipulación no forman parte de su sistema de valores, pero menos probable aún es que considere al otro como disociado, ni mucho menos un apatrida, oligarca, imperialista, ni ningún otro apelativo que descalifique al que considera su compañero, por el cual debe luchar más.
Un revolucionario plantea nuevos horizontes, sueña y trabaja por un mundo mejor, en una entrega total que asume las limitaciones como retos a superar e invita a compartir la tarea, con la única esperanza de cumplir con el deber que pauta su conciencia, la cual no difiere de la conciencia de su colectivo. La conciencia de su pueblo en el cual cree, sin juicios de valor.
Un revolucionario digno, rechaza la victoria del hombre sobre el hombre, la sumisión de las ideas sobre las ideas, los meros formalismos lingüísticos que catalogan a los seres humanos para profundizar en sus diferencias y disfrutar del poder. Cree en la revolución de la conciencia a través de la formación de un hombre colectivo e integral, reconociendo que ese proceso se inicia en él mismo, y lo fortalece para la misión a cumplir

Ciertamente, a mi creer, ser revolucionario constituye un proyecto integral de vida.