El amor perdió la magia.
Se volvió mustio, casi vírico.
Se esfumo la locura,
tras su último estremecer nocturno,
cual efímero beso lanzado al viento.
Grises tintes han pintado
los surcos formados por los profundos suspiros,
por los anhelantes deseos, por el éxtasis del clímax
La pasión se consumó en sus propias llamas,
sin el más mínimo intento de fraguar futuro.
El amor perdió la magia.
Vuelve la calma esteril
al cuerpo del ser inerte
y baja el telón cubriendo
con sus últimas galas
su corazón moribundo.
El amor perdió la magia.
Con el cortejo de una triste melodía,
pasa el negro féretro,
frente a la última estrella de la noche,
con un listón donde se lee:
aquí yace la magia, paz al amor