Bienvenidos.....Los estaba esperando



domingo, 29 de abril de 2007

Escribo,...luego existo

Hacer consciente el acto de escribir puede ser el inicio de una producción satisfactoria o una creación exitosa, entendiendo el éxito en función del logro del propósito cumplido por parte de quien escribe. La combinación de competencias lingüísticas, impregnadas de emociones, recuerdos, palabras mágicas, sentimientos de libertad para expresarse; la aceptación y el respeto hacia el otro y un propósito claro del “para qué y para quién” se escribe, permiten la sintonía necesaria entre el ser, el escrito y el lector. De esa forma se logra la conexión perfecta que emancipa, donde la comunicación fluye, transporta, eleva o hunde en lo más incógnito de lo humano, que no sale sino en la complicidad secreta del nexo escritor/lector.

Escribir es también convivir, el escritor y lector se unen a través del mensaje escrito, pues el texto se convierte en el pretexto para comunicarse y adquiere vida propia al fundir el ser de su creador con las necesidades de quien lo lee y lo recrea. El escritor y el lector presentan la íntima convicción de que ese texto los proyecta. Este acto de comunión que brinda la oportunidad de interactuar a través del escrito, cuando se realiza sin prejuicios, permite que pasado, presente y futuro se conjuguen en el aquí y el ahora, con propuestas matizadas por pensamientos diversos, cuya capacidad de romper falsos esquemas nos enriquece y nos ennoblece como seres humanos.

Por lo tanto, escribo, … luego existo.

domingo, 22 de abril de 2007

El valor de aprender para la transformación personal

El siglo XXI, previsto por los antepasados de las actuales generaciones que pueblan la tierra, como la era de la comunicación, del conocimiento, de las grandes transformaciones de las sociedades, se inicia con un debate mundial, centrado en la ausencia o la degradación de los valores morales, éticos, sociales que han orientado la existencia humana. En el marco de estos valores, poco se refiere el valor de aprender, evidenciándose que, en el ámbito de la educación formal y no formal, se establece como finalidad la búsqueda de conocimientos a través del estudio, con evidente preferencia hacia los aspectos procedimentales, relacionados con los hábitos para el estudio. Bajo una concepción conductista, se conjugan técnicas y tecnología para perfeccionar el proceso de enseñanza, sin precisar cuáles son las creencias, valores, supuestos, necesidades, estilos que tiene la persona sobre el aprendizaje.
El término valor de aprender está determinado por diversos significados que orientan el pensamiento, conservando un común denominador que es el sentido humanista de la concepción de la persona que aprende, a partir de las necesidades que generan su misión y proyecto de vida. En este marco conceptual, la práctica del valor de aprender, manifestada a través de la conducta, la palabra, la actitud hacia el proceso de aprender permite que el valor se consolide en sí mismo y fortalece los demás valores, fomentando su desarrollo humano.
Valores como la solidaridad, la tolerancia, el respeto a la vida, la honestidad, la verdad, para citar sólo algunos de ellos, constituyen cimientos de la convivencia humana. Se plantean como ejes transversales en los procesos sistemáticos de formación de la persona, pero se diluyen en experiencias escolásticas mecánicas, rutinaria, de reproducción de modelos, obviando sus capacidades de discernir y valorar lo que está aprendiendo.
En este marco, el valor de aprender se sustenta sobre una postura filosófica objetivista-subjetivista que considera el poder del hombre para trasformarse a si mismo y transformar su entorno en beneficio del colectivo, en un contexto socio histórico político determinado. Desde esta dualidad articulada, al poderse constatar las evidencias, dicho valor se convierte en una cualidad objetiva de la persona, quien a su vez se valora como sujeto- objeto de aprendizaje, y aprecia el contexto donde aprende y se desarrolla a través de aproximaciones sucesivas a objetos, situaciones, ideas, experiencias, de las cuales se apropia y le dan sentido a su vida.
La otra arista del valor de aprender, como referente, pauta o abstracción, lo convierte en guía que marca una determinada orientación de la conducta, del comportamiento humano y de la vida de cada persona, como ser gregario y de cada grupo social, hacia los procesos transformacionales deseados.
Es así como el valor de aprender, (desde el conocer, el hacer y el ser/convivir, dimensiones del aprendizaje) se convierte en un derecho irrenunciable de toda persona para construir, aprehender, tomar decisiones que fortalezcan su autodesarrollo, para luego concretar en la realidad normas y referentes que permitan a la persona manifestarse con acciones orientadas a favorecer la calidad de vida del colectivo, con el cual interactúa
En tal sentido, a partir de la reflexión de la conceptualización de la educación y una visión profunda de la realidad que le corresponde vivir al hombre del siglo XXI, interesa establecer, desde un punto de vista socio-educativo, el aporte del valor de aprender, como eje central de la transformación personal y colectiva del ser humano, a lo largo de todo su proceso vital.

Por amor a Manchita

Marifè es una adolescente caraqueña de andar desenvuelto. Aquella tarde, después de bajar de su transporte escolar, caminaba rápido hacia su casa, como todos los días, cuando lo vio de lejos y sintió como saltaba su corazón. Era un perrito blanco y lanudo, con una mancha negra en una de sus patas, de donde bajaba un pequeño hilo rojo, del color de la sangre: tenía una herida. Estaba sucio, mojado y parecía muy asustado. Seguramente se había escapado de su casa o se le había soltado de las manos a su dueño, ya que todavía tenía la correa en su cuello, con una plaquita donde estaba escrito su nombre: Manchita.
Marifè se acercó lentamente al perro, el animalito se agachó en sus cuatro patas, mientras movía su cola. Parecía sonreírle y la miraba con sus grandes ojos muy abiertos. Ella sintió mucha ternura y sonrió. Sin pensarlo mucho, cargó el perrito, diciéndole en voz alta algunas frases llenas de emoción:
- Tranquilo perrito, no te preocupes, yo te voy a cuidar. ¿Tienes hambre? ¿Frío?. Pobrecito. ¿Te duele la patita? Yo te voy a curar.-
Y comenzó a caminar.
Al principio no sabía exactamente qué iba a hacer y a dónde se dirigiría. Mientras se desplazaba lentamente pensó con mucha angustia: “ a mi casa no puedo llevarte, mi papá se molestará mucho conmigo y te botará a la calle o te llevará a alguna perrera, y no podré cuidarte. Pero no tengo donde ir contigo, ya es tarde y pronto se hará de noche”.
Entonces se le ocurrió una idea. Lo metería en su bolso para que no lo vieran al llegar a su casa y luego lo escondería en su cuarto, debajo de su cama. Sólo seria hasta que se curara, después lo llevaría a algún sitio donde lo cuidarían. Recordaba que su maestra, en una ocasión, les había hablado de un lugar donde cuidaban a los perros que se perdían.
Así lo hizo, entró, saludó rápidamente a su mamá. Su papá todavía no había llegado del trabajo. Se fue al cuarto, casi corriendo. Cerró la puerta y sacó el perrito de su bolso. Tenía miedo de que le hubiese pasado algo, estaba muy apretado.
El perrito salió corriendo y se escondió debajo de su cama. Marifè se agachó, extendió la mano y lo acarició. En ese momento escuchó la voz de su mamá que la llamaba para la cena. Ya su papá había llegado y estaban sentados, esperándola. Luego de asegurarse de que el perrito continuaba debajo de la cama, se fue a la mesa.
Con mucho cuidado, para que sus padres no se dieran cuenta, tomó parte de la comida: un poco de pollo, una tajada; el arroz era más difícil esconderlo. Al poco rato, les dijo a sus padres: .
-Hoy no tengo mucha hambre, me voy a acostar, estoy cansada y no tengo tareas- Les envió un beso con la mano vacía y se dirigió a su cuarto.
Allí, sin hacer ruido, alimentó al perrito, le limpió la herida con mucho cuidado, con un poco de algodón mojado en agua. El perro le lamía las manos y la cara y ella reía y le hacía señas para que no hiciera ruido. Esa noche Marifè no pudo dormir, por el temor que alguno de sus padres fuese a entrar al cuarto.
A la mañana siguiente, fue su papá como todos los días a despertarla y la encontró parada delante de la puerta. La miró y le dijo.
- Te sientes bien hija, te duele algo-
- No papá- contestó Marifè, dándole un beso en la mejilla y acariciando su cabello - vamos a desayunar-.
Al igual que en la cena, tomó parte de los alimentos y los guardó. Salió con sus padres y se despidió para dirigirse donde tomaba su transporte. La adolescente permaneció escondida por un rato, detrás de una pared. Cuando sus padres estuvieron lejos, regresó a la casa para cuidar a Manchita. Nadie podía conocer su secreto.
De esta forma, pasaron dos días. Marifé cada vez se veía más cansada y débil. Pero Manchita se recuperaba, corría por todo el cuarto, jugaba con sus peluches, y siempre tenía hambre.
Los padres, muy preocupados, llamaron a la maestra y ella les informó que Marifé tenia dos días sin ir a clase. Muy angustiados y enojados, se dirigieron a la casa y entraron, sin aviso. Fueron directamente al cuarto de su hija y la encontraron acostada con el perrito a su lado. Estaba acariciando sus orejas y diciéndole con una voz baja:
- Manchita, te quiero mucho, eres mi gran amigo, pero ya estás mejor, mi papa se puede enojar conmigo, también lo quiero mucho a él y a mi mamá que son mi familia, y no puedo defraudarlos. Mañana le pediré ayuda a mi maestra para llevarte a la casa de los perros.
Al decir eso, se puso a llorar con una gran tristeza. No se dio cuenta de que su padre y su madre se habían acercado para abrazarla con fuerza y con mucho amor. Su hija les había demostrado cuanto había crecido, cuan maravilloso y responsable ser humano era.
Marifè le contó todo a su padre, mientras su mamá cocinaba una rica cena para todos, incluido Manchita. Al día siguiente, los tres se dedicaron a buscar al dueño del perrito, que resultó ser un vecino, un niño ciego llamado Andrés.
La familia de Manchita también era muy hermosa y lo querían mucho. Andrés jugaba con el perrito y lo abrazaba con amor, feliz de haberlo recuperado. Marifè, se despidió, haciéndoles prometer que siempre lo cuidarían. A partir de ese día, de vez en cuando, Marifè visita a Manchita y con Andrés, disfruta de la compañía de un gran compañero.

Descubriendo maneras diferentes de escribir

Inicio, con mucho entusiasmo, una experiencia novedosa de aprendizaje virtual. Siento la emoción del primer día de clase de cualquier colegiala con bulto nuevo, cuaderno nuevo, maestra nueva. Lo único diferente es que no tengo expectativas o metas prefijadas. Abro mis posibilidades a cualquier propuesta, a cualquier experiencia. A través de estos escenarios cibernéticos, de la mano de amigos colegas, nos permitiremos pisar el teclado de un computador, para que los pensamientos se transformen en oraciones, párrafos, lengua viva, hermosa, profunda, con un propósito simple, en su esencia, comunicarnos mas y mejor.