Hacer consciente el acto de escribir puede ser el inicio de una producción satisfactoria o una creación exitosa, entendiendo el éxito en función del logro del propósito cumplido por parte de quien escribe. La combinación de competencias lingüísticas, impregnadas de emociones, recuerdos, palabras mágicas, sentimientos de libertad para expresarse; la aceptación y el respeto hacia el otro y un propósito claro del “para qué y para quién” se escribe, permiten la sintonía necesaria entre el ser, el escrito y el lector. De esa forma se logra la conexión perfecta que emancipa, donde la comunicación fluye, transporta, eleva o hunde en lo más incógnito de lo humano, que no sale sino en la complicidad secreta del nexo escritor/lector.
Escribir es también convivir, el escritor y lector se unen a través del mensaje escrito, pues el texto se convierte en el pretexto para comunicarse y adquiere vida propia al fundir el ser de su creador con las necesidades de quien lo lee y lo recrea. El escritor y el lector presentan la íntima convicción de que ese texto los proyecta. Este acto de comunión que brinda la oportunidad de interactuar a través del escrito, cuando se realiza sin prejuicios, permite que pasado, presente y futuro se conjuguen en el aquí y el ahora, con propuestas matizadas por pensamientos diversos, cuya capacidad de romper falsos esquemas nos enriquece y nos ennoblece como seres humanos.
Por lo tanto, escribo, … luego existo.
1 comentario:
Me encanta tu velocidad, mi Filomena querida.
Así es...y el texto ... sabes que también me encanta.
Palante, mi niña, un texto (post) semanal es un buen promedio y usted ya lleva cuatro... me encanta tu velocidad...
Un gran saludo y un abrazo fuerte.
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