El siglo XXI, previsto por los antepasados de las actuales generaciones que pueblan la tierra, como la era de la comunicación, del conocimiento, de las grandes transformaciones de las sociedades, se inicia con un debate mundial, centrado en la ausencia o la degradación de los valores morales, éticos, sociales que han orientado la existencia humana. En el marco de estos valores, poco se refiere el valor de aprender, evidenciándose que, en el ámbito de la educación formal y no formal, se establece como finalidad la búsqueda de conocimientos a través del estudio, con evidente preferencia hacia los aspectos procedimentales, relacionados con los hábitos para el estudio. Bajo una concepción conductista, se conjugan técnicas y tecnología para perfeccionar el proceso de enseñanza, sin precisar cuáles son las creencias, valores, supuestos, necesidades, estilos que tiene la persona sobre el aprendizaje.
El término valor de aprender está determinado por diversos significados que orientan el pensamiento, conservando un común denominador que es el sentido humanista de la concepción de la persona que aprende, a partir de las necesidades que generan su misión y proyecto de vida. En este marco conceptual, la práctica del valor de aprender, manifestada a través de la conducta, la palabra, la actitud hacia el proceso de aprender permite que el valor se consolide en sí mismo y fortalece los demás valores, fomentando su desarrollo humano.
Valores como la solidaridad, la tolerancia, el respeto a la vida, la honestidad, la verdad, para citar sólo algunos de ellos, constituyen cimientos de la convivencia humana. Se plantean como ejes transversales en los procesos sistemáticos de formación de la persona, pero se diluyen en experiencias escolásticas mecánicas, rutinaria, de reproducción de modelos, obviando sus capacidades de discernir y valorar lo que está aprendiendo.
En este marco, el valor de aprender se sustenta sobre una postura filosófica objetivista-subjetivista que considera el poder del hombre para trasformarse a si mismo y transformar su entorno en beneficio del colectivo, en un contexto socio histórico político determinado. Desde esta dualidad articulada, al poderse constatar las evidencias, dicho valor se convierte en una cualidad objetiva de la persona, quien a su vez se valora como sujeto- objeto de aprendizaje, y aprecia el contexto donde aprende y se desarrolla a través de aproximaciones sucesivas a objetos, situaciones, ideas, experiencias, de las cuales se apropia y le dan sentido a su vida.
La otra arista del valor de aprender, como referente, pauta o abstracción, lo convierte en guía que marca una determinada orientación de la conducta, del comportamiento humano y de la vida de cada persona, como ser gregario y de cada grupo social, hacia los procesos transformacionales deseados.
Es así como el valor de aprender, (desde el conocer, el hacer y el ser/convivir, dimensiones del aprendizaje) se convierte en un derecho irrenunciable de toda persona para construir, aprehender, tomar decisiones que fortalezcan su autodesarrollo, para luego concretar en la realidad normas y referentes que permitan a la persona manifestarse con acciones orientadas a favorecer la calidad de vida del colectivo, con el cual interactúa
En tal sentido, a partir de la reflexión de la conceptualización de la educación y una visión profunda de la realidad que le corresponde vivir al hombre del siglo XXI, interesa establecer, desde un punto de vista socio-educativo, el aporte del valor de aprender, como eje central de la transformación personal y colectiva del ser humano, a lo largo de todo su proceso vital.
El término valor de aprender está determinado por diversos significados que orientan el pensamiento, conservando un común denominador que es el sentido humanista de la concepción de la persona que aprende, a partir de las necesidades que generan su misión y proyecto de vida. En este marco conceptual, la práctica del valor de aprender, manifestada a través de la conducta, la palabra, la actitud hacia el proceso de aprender permite que el valor se consolide en sí mismo y fortalece los demás valores, fomentando su desarrollo humano.
Valores como la solidaridad, la tolerancia, el respeto a la vida, la honestidad, la verdad, para citar sólo algunos de ellos, constituyen cimientos de la convivencia humana. Se plantean como ejes transversales en los procesos sistemáticos de formación de la persona, pero se diluyen en experiencias escolásticas mecánicas, rutinaria, de reproducción de modelos, obviando sus capacidades de discernir y valorar lo que está aprendiendo.
En este marco, el valor de aprender se sustenta sobre una postura filosófica objetivista-subjetivista que considera el poder del hombre para trasformarse a si mismo y transformar su entorno en beneficio del colectivo, en un contexto socio histórico político determinado. Desde esta dualidad articulada, al poderse constatar las evidencias, dicho valor se convierte en una cualidad objetiva de la persona, quien a su vez se valora como sujeto- objeto de aprendizaje, y aprecia el contexto donde aprende y se desarrolla a través de aproximaciones sucesivas a objetos, situaciones, ideas, experiencias, de las cuales se apropia y le dan sentido a su vida.
La otra arista del valor de aprender, como referente, pauta o abstracción, lo convierte en guía que marca una determinada orientación de la conducta, del comportamiento humano y de la vida de cada persona, como ser gregario y de cada grupo social, hacia los procesos transformacionales deseados.
Es así como el valor de aprender, (desde el conocer, el hacer y el ser/convivir, dimensiones del aprendizaje) se convierte en un derecho irrenunciable de toda persona para construir, aprehender, tomar decisiones que fortalezcan su autodesarrollo, para luego concretar en la realidad normas y referentes que permitan a la persona manifestarse con acciones orientadas a favorecer la calidad de vida del colectivo, con el cual interactúa
En tal sentido, a partir de la reflexión de la conceptualización de la educación y una visión profunda de la realidad que le corresponde vivir al hombre del siglo XXI, interesa establecer, desde un punto de vista socio-educativo, el aporte del valor de aprender, como eje central de la transformación personal y colectiva del ser humano, a lo largo de todo su proceso vital.
4 comentarios:
Aquí está la Filomena intelectual, densa en el pensamiento, compleja en los argumentos, pero fresca y muy inteligible en la exposición. La interacción con este blog me va a dar la oportunidad de aprender muchísimo, no me queda ninguna duda.
Gracias por participar...
Un saludo cordial
Gracias Yolanda, por ser mi primera ¿comentarista? ¿comentadora?, bueno, mi colega y amiga tal especial
Un abrazo
Filo
¿Una comentadora es la que habla o comenta conjuntamente con alguien?
¿Co-mentadora... algo así como un coautor de comentarios?. Voy a averigaur esa etimología... qué maravillosa lengua la nuestra, qué maravilloso idioma usamos...
Un saludo cariñoso...
Será muy bueno cuando en nuestros alumnos se desarrolle totalmente el valor de aprender.Dices que el valor de aprender "se convierte en un derecho irrenunciable de toda persona para construir, aprehender, tomar decisiones que fortalezcan su autodesarrollo". En algunos casos, nuestros alumnos no conocen ese valor y actúan sólo movidos por otros intereses... aprender... eso viene después o no interesa mucho. Estoy recordando los casos de fraude en los exámenes y pereza para leer o preparar los temas... qué cuesta arriba se hace la labor docente cuando no se tiene claro el valor de aprender.
Hay mucho que hacer todavía, hay mucho trabajo pendiente en esta tierra nuestra, hay mucho que construir, hay mucho que impulsar...
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