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domingo, 6 de mayo de 2007

Los ancianos … ¿un problema de la sociedad tecnocrática?

La concepción de la vejez en la Venezuela contemporánea plantea, desde su carácter humano y colectivo, algunos determinantes que preestablecen el quehacer del adulto mayor durante los últimos años de su vida. En esta etapa vital, sobre todo cuando no se ha planteado un proyecto personal para la madurez, la persona parece delegar la decisión de su futuro a las opciones que le ofrece el entorno inmediato: cuidar los nietos, estar a la orden de las necesidades familiares, o vivir planificando reencuentros con los hijos.
¿En qué momento pierde el hombre o la mujer su estatus de ciudadano participe, protagónico y responsable de los procesos de transformación de su propia vida? Para responder a este planteamiento, se necesario hacer una primera aproximación a la concepción de persona, desde una orientación socio- humanista, que articule la concepción del país- sociedad- familia- persona, esta última en interacción constructiva con su medio y con otras personas, en función de la consecución de un objetivo común: una vida de calidad, desde la auto y hetero realización integral, en igualdad de condiciones
Esta concepción refiere el carácter cultural, histórico y social de la persona, presentándola como protagonista y responsable de su destino. En tal sentido, la persona adulta puede participar y cooperar, de manera permanente, en la construcción de su propia realidad, en la medida de sus posibilidades. La toma de decisiones sobre la atención de las necesidades que mejoren la calidad de vida del adulto mayor, puede estar determinada por sus posibilidades de planificar, de manera proactiva, acciones que conlleven, con cierto grado de seguridad, al logro de este objetivo. Pero igualmente debe referirse el papel de la sociedad, a través del Estado, la familia, las organizaciones de apoyo social, como entes responsables de garantizar la satisfacción de sus necesidades básicas, como derecho fundamental.
Es importante destacar, dentro de las necesidades básicas, la educación continua. La vida y la educación son procesos inclusivos que acompañan a la persona de manera permanente. En tal sentido, deben ofrecerse oportunidades para continuar su proceso de formación integral, tomando en cuenta su derecho a la participación social. Pero, los efectos de la cultura tecnocrática han influido de manera determinante en la vida del adulto mayor. Habiendo sido, en muchas ocasiones un profesional exitoso, se convierte en la edad adulta en el depositario de la sabiduría anacrónica, en un marco socio-cultural, donde la decadencia de la experiencia, como valor, es cada vez más evidente. Desde su supuesta obsolescencia profesional, su inserción a las posibilidades tecnológicas es considerada inútil.
Es así como el análisis situacional plantea, en instancias de intervención social, un problema básico de administración de políticas que aseguren la atención al desarrollo del adulto mayor, en el marco de su contexto socio histórico determinado. Este es un derecho que no debe ser discutido sino exigido en todos los niveles etarios de la población De esta manera se propician procesos de transformación individual y social, a partir de las potencialidades multidimensionales de todo ser humano, con amplias posibilidades de actuar de manera creativa y responsable, en situaciones contextualizadas. Una sociedad inteligente y efectiva, no sólo aprovecha al máximo su potencial humano, sino que lo dignifica.
En este orden de ideas, ¿es posible plantearse, en el marco de una cultura tecnocrática, la posibilidad de un adulto mayor con alta autoestima, satisfecho de los logros que ha generado su actuación de vida, autorrealizado y feliz? ¿cómo integra en su proyecto de vida, de manera estratégica, una madurez moderna y transformadora, plena de experiencias de aprendizajes y enseñanzas, en un entorno que le preestablece su campo de acción?

Ciudadanos Adultos Mayores……., liberaos

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