Este espacio es simplemente una excusa para escapar de lo cotidiano, para buscar la libertad de expresar... sin ataduras, falsos prejuicios... o condicionantes auto impuestos
Bienvenidos.....Los estaba esperando
domingo, 9 de septiembre de 2007
Voces del pasado
Es común, cuando la noche alza la luna en su punto mas cercano a las estrellas, cuando la mente humana busca el tan anhelado descanso, experimentar evidencias claras de una lucha interna por evitar encuentros con la mismidad. Es en esos momentos cuando no se logra que el sueño venza la necesidad de regresar al pasado, para discurrir sobre nuestras evocaciones. Entonces, sin poder evitarlo, nos reencontramos con el dolor vuelto imagen, el dolor hecho palabras. Son los fantasmas del ayer, trozos de vida que se han dejan flotando en los espacios de la reminiscencia o se sepultaron en las tumbas del olvido, para no hacer tan pesada la carga del día a día. Son mecanismos humanos para poder seguir viviendo, pero que no nos permiten volar, sentirnos libres. Al contrario, provocan una sensación de que le falta al yo parte de su propia esencia, pero ese algo no puede permanecer en el presente, sin demandar su resolución, hecho en si que seria mas doloroso que conservarlos escondidos, agazapados en la oscuridad del recuerdo. Son los soldados anónimos de batallas inconclusas, los miedos ancestrales frente a los cuales la mente programa su desaparición pero el corazón encubre, esperando el momento adecuado, para poder deleitarse con sus encuentros incestuosos, cada vez que la soledad de la noche, deja al descubierto la inseguridad del ser ante el silencio de la mismidad. Como una historia sin fin, sin tampoco tener claro como fue su comienzo, se fortalecen las cadenas invisibles con esas páginas de vida que intentamos cerrar, que ensombrecen el alma, pero que necesitamos poseer una y otra vez, porque a pesar de la autocensura, son la verdad sin la cual, dejaríamos de existir.
domingo, 10 de junio de 2007
Ven, Señor...
Ven Señor a mi rivera, en donde el agua fresca
calmará tu hoguera.
Ven Señor y permite a mis manos
calmar tus ansias.
Permíteme Señor ser, por un momento,
tu manantial risueño.
Confía Señor, en mi amor eterno.
Descansa tu hermosa cabeza
en mi humilde regazo,
que vacío se encuentra,
esperando tu divina presencia.
Por tan solo un instante, Señor amado,
ven a mi rivera a calmar tu hoguera
y llévate mi recuerdo, amor risueño.
Mi señor, mi hermano, mi hijo.
Mi dulce amigo, mi amor infinito.
Mi sueño, mi paz y mi silencio.
calmará tu hoguera.
Ven Señor y permite a mis manos
calmar tus ansias.
Permíteme Señor ser, por un momento,
tu manantial risueño.
Confía Señor, en mi amor eterno.
Descansa tu hermosa cabeza
en mi humilde regazo,
que vacío se encuentra,
esperando tu divina presencia.
Por tan solo un instante, Señor amado,
ven a mi rivera a calmar tu hoguera
y llévate mi recuerdo, amor risueño.
Mi señor, mi hermano, mi hijo.
Mi dulce amigo, mi amor infinito.
Mi sueño, mi paz y mi silencio.
sábado, 9 de junio de 2007
Otro regalo de Violeta Parra
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros, que cuando los abro,
Perfecto distingo lo negro del blanco,
Y en el alto cielo su fondo estrellado,
Y en las multitudes el hombre que yo amo.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
Graba noche y día grillos y canarios
Martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
Y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto,
Me ha dado el sonido y el abecedario.
Con él las palabras que pienso y declaro,
"Madre,", "amigo," "hermano," y los alumbrando
La ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados.
Con ellos anduve ciudades y charcos,
Playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón, que agita su marco.
Cuando miro el fruto del cerebro humano,
Cuando miro al bueno tan lejos del malo.
Cuando miro el fondo de tus ojos claros.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa, y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
Los dos materiales que forman mi canto,
Y el canto de ustedes que es el mismo canto.
Y el canto de todos que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto
miércoles, 6 de junio de 2007
Semblanzas de un revolucionario
Muchos personeros de nuestro país se hallan intentando definir lo que constituirá el Socialismo del siglo XXI, conformando una ideología que se supone, más temprano que tarde, tendremos que aceptar los pobladores de esta hermosa Venezuela, seamos o no revolucionarios. Mientras eso ocurre, he decidido compartir algunas ideas construidas a través del tiempo, sobre el revolucionario, ese revolucionario que conocí en diversos espacios, vestido de docente, doctor, electricista, campesino… , ese revolucionario de la vida cotidiana.
Un revolucionario se esfuerza por construir un mundo mejor sobre las miserias humanas, un mundo donde hay espacio para todos, con sus particulares formas de comprender la vida, ya que la revolución es unidad y es esperanza
Un revolucionario es un servidor permanente de su pueblo, capaz de comprender la grandeza y la minusvalía humana, la pasión o la languidez de un sueño inconcluso por la soledad del hombre que no encuentra con quien compartir su vida.
Un revolucionado es humilde de palabra, ecuánime en sus decisiones, noble en sus acciones. Por no afectar su cometido, prefiere el anonimato, siendo reconocido, en muchas ocasiones, cuando ya su vida descansa, en el silencio de los inocentes.
Su misión se centra en luchar, con su pensamiento, conocimiento, creatividad, contra las circunstancias adversas que amenazan la libertad, la justicia, el respeto de la gente por la gente y por la naturaleza. Lucha por una sociedad justa, solidaria, que garantice la distribución equitativa de la riqueza, preocupándose porque se concrete en educación, trabajo, salud, bienestar, recreación, progreso, así como la transformación social y la transformación de la persona,
El lema del revolucionario es persistir en su protesta y en su acciòn contra lo establecido que agobia a su pueblo, sin sentirse un ser disyuntivo, ni superpuesto, ni superior, pues la petulancia, la arrogancia, la manipulación no forman parte de su sistema de valores, pero menos probable aún es que considere al otro como disociado, ni mucho menos un apatrida, oligarca, imperialista, ni ningún otro apelativo que descalifique al que considera su compañero, por el cual debe luchar más.
Un revolucionario plantea nuevos horizontes, sueña y trabaja por un mundo mejor, en una entrega total que asume las limitaciones como retos a superar e invita a compartir la tarea, con la única esperanza de cumplir con el deber que pauta su conciencia, la cual no difiere de la conciencia de su colectivo. La conciencia de su pueblo en el cual cree, sin juicios de valor.
Un revolucionario digno, rechaza la victoria del hombre sobre el hombre, la sumisión de las ideas sobre las ideas, los meros formalismos lingüísticos que catalogan a los seres humanos para profundizar en sus diferencias y disfrutar del poder. Cree en la revolución de la conciencia a través de la formación de un hombre colectivo e integral, reconociendo que ese proceso se inicia en él mismo, y lo fortalece para la misión a cumplir
Ciertamente, a mi creer, ser revolucionario constituye un proyecto integral de vida.
Un revolucionario se esfuerza por construir un mundo mejor sobre las miserias humanas, un mundo donde hay espacio para todos, con sus particulares formas de comprender la vida, ya que la revolución es unidad y es esperanza
Un revolucionario es un servidor permanente de su pueblo, capaz de comprender la grandeza y la minusvalía humana, la pasión o la languidez de un sueño inconcluso por la soledad del hombre que no encuentra con quien compartir su vida.
Un revolucionado es humilde de palabra, ecuánime en sus decisiones, noble en sus acciones. Por no afectar su cometido, prefiere el anonimato, siendo reconocido, en muchas ocasiones, cuando ya su vida descansa, en el silencio de los inocentes.
Su misión se centra en luchar, con su pensamiento, conocimiento, creatividad, contra las circunstancias adversas que amenazan la libertad, la justicia, el respeto de la gente por la gente y por la naturaleza. Lucha por una sociedad justa, solidaria, que garantice la distribución equitativa de la riqueza, preocupándose porque se concrete en educación, trabajo, salud, bienestar, recreación, progreso, así como la transformación social y la transformación de la persona,
El lema del revolucionario es persistir en su protesta y en su acciòn contra lo establecido que agobia a su pueblo, sin sentirse un ser disyuntivo, ni superpuesto, ni superior, pues la petulancia, la arrogancia, la manipulación no forman parte de su sistema de valores, pero menos probable aún es que considere al otro como disociado, ni mucho menos un apatrida, oligarca, imperialista, ni ningún otro apelativo que descalifique al que considera su compañero, por el cual debe luchar más.
Un revolucionario plantea nuevos horizontes, sueña y trabaja por un mundo mejor, en una entrega total que asume las limitaciones como retos a superar e invita a compartir la tarea, con la única esperanza de cumplir con el deber que pauta su conciencia, la cual no difiere de la conciencia de su colectivo. La conciencia de su pueblo en el cual cree, sin juicios de valor.
Un revolucionario digno, rechaza la victoria del hombre sobre el hombre, la sumisión de las ideas sobre las ideas, los meros formalismos lingüísticos que catalogan a los seres humanos para profundizar en sus diferencias y disfrutar del poder. Cree en la revolución de la conciencia a través de la formación de un hombre colectivo e integral, reconociendo que ese proceso se inicia en él mismo, y lo fortalece para la misión a cumplir
Ciertamente, a mi creer, ser revolucionario constituye un proyecto integral de vida.
sábado, 19 de mayo de 2007
Dos soles y una luna
Como todos los días, ella se levantó de prisa. Todavía algo somnolienta, se dirigió al baño. El sol apenas asomaba algunos tenues rayos en el lejano horizonte. Después de unos minutos para el aseo personal, preparó el desayuno y organizó mentalmente todas las actividades del día: ir al trabajo, al regresar pasar por los niños, lavar la ropa, cocinar, ¡ah¡ pagar los servicios que ya, por cierto, se habían vencido. De manera mecánica, fue recogiendo la ropa de los niños, del esposo, la dejaría remojando en la lavadora, para ahorrar algunos minutos. Hace ya mucho tiempo, este ahorro se había vuelto una obsesión. Su vida era el producto de una ecuación: a mayor tiempo ahorrado, mayores cosas por hacer, menor tiempo para sentir la inmensa soledad que la rodeaba.
Mientras le daba vida a toda la casa, recorriendo sus rincones, se disponía para la primera acometida del día: hacer que los hijos se prepararan para ir a la escuela, antes de que llegara el trasporte escolar. Después de varios llamados, buscó los recibos de los servicios, cuando encontró una carpeta que había rotulado: “Cosas por Hacer”. La ojeó rápidamente y encontró el recorte del cine que nunca fue a ver, la blusa que no logró comprarse, el hombre que nunca sería suyo, las hojas marchitas de la única flor que recibió en su vida. Sonreía irónicamente cuando un grito infantil suspendió sus pensamientos: MAMAAAAA....Ya los rayos del sol penetraban fuertemente toda la casa.
Él estiró todo su cuerpo, con movimientos perezosos. Le llegó un perfumado olor a café mañanero. El sol encandiló sus ojos. Recordó haber prometido conversar con su hijo, ese día. -Mi muchacho es todo un varón - pensó, y se sonrió recordando las travesuras que le contó su mujer, la noche anterior. A lo lejos le pareció escuchar una voz “Hasta luego”. Su cuerpo, todavía adormitado, no reaccionó al instante. Tenía algunas tareas que cumplir en la oficina, después iría con los compañeros a tomar cervezas, era importante un poco de esparcimiento. A Martha la vería mañana, pensó que debía planificar algo especial para ella. Estaba satisfecho con su vida: casa, familia, amigos y “amigas” Era un “tipo” con suerte. Se volvió a estirar, una rápida mirada al reloj le permitió decidir que podía dormir un rato más, vio en el perchero su ropa planchada, el olor que percibía le informaba que el desayuno estaba listo. Por lo tanto disfrutaría de un rato más de un bien merecido descanso
El día transcurrió y llegó la noche. Salio la luna y alumbró la cama. Dos seres se reencontraron. Iluminados por su luz, iniciaron un gélido ritual de amor, tan vacío, tan distante de la fantasía de cada uno, que el satélite opacó su brillo y se alejó en el espacio sideral buscando al amor en otra parte.
Mientras le daba vida a toda la casa, recorriendo sus rincones, se disponía para la primera acometida del día: hacer que los hijos se prepararan para ir a la escuela, antes de que llegara el trasporte escolar. Después de varios llamados, buscó los recibos de los servicios, cuando encontró una carpeta que había rotulado: “Cosas por Hacer”. La ojeó rápidamente y encontró el recorte del cine que nunca fue a ver, la blusa que no logró comprarse, el hombre que nunca sería suyo, las hojas marchitas de la única flor que recibió en su vida. Sonreía irónicamente cuando un grito infantil suspendió sus pensamientos: MAMAAAAA....Ya los rayos del sol penetraban fuertemente toda la casa.
Él estiró todo su cuerpo, con movimientos perezosos. Le llegó un perfumado olor a café mañanero. El sol encandiló sus ojos. Recordó haber prometido conversar con su hijo, ese día. -Mi muchacho es todo un varón - pensó, y se sonrió recordando las travesuras que le contó su mujer, la noche anterior. A lo lejos le pareció escuchar una voz “Hasta luego”. Su cuerpo, todavía adormitado, no reaccionó al instante. Tenía algunas tareas que cumplir en la oficina, después iría con los compañeros a tomar cervezas, era importante un poco de esparcimiento. A Martha la vería mañana, pensó que debía planificar algo especial para ella. Estaba satisfecho con su vida: casa, familia, amigos y “amigas” Era un “tipo” con suerte. Se volvió a estirar, una rápida mirada al reloj le permitió decidir que podía dormir un rato más, vio en el perchero su ropa planchada, el olor que percibía le informaba que el desayuno estaba listo. Por lo tanto disfrutaría de un rato más de un bien merecido descanso
El día transcurrió y llegó la noche. Salio la luna y alumbró la cama. Dos seres se reencontraron. Iluminados por su luz, iniciaron un gélido ritual de amor, tan vacío, tan distante de la fantasía de cada uno, que el satélite opacó su brillo y se alejó en el espacio sideral buscando al amor en otra parte.
martes, 8 de mayo de 2007
Profanación
…Vertió en mí su semen, sin ni siquiera mirarme a los ojos. No le importó invadir mis entrañas adoloridas. Todo su ser vibraba con movimientos epilépticos que obligaban a su alma a salir del volcán del deseo, deseo vuelto lujuria jadeante. Quedo así, sin un vestigio de lo humano…sin protección divina... y la necesidad animal tomó el control, anulando recuerdos, sentimientos, promesas. . Solo invadió mi cuerpo y dejo su semen…
domingo, 6 de mayo de 2007
Los ancianos … ¿un problema de la sociedad tecnocrática?
La concepción de la vejez en la Venezuela contemporánea plantea, desde su carácter humano y colectivo, algunos determinantes que preestablecen el quehacer del adulto mayor durante los últimos años de su vida. En esta etapa vital, sobre todo cuando no se ha planteado un proyecto personal para la madurez, la persona parece delegar la decisión de su futuro a las opciones que le ofrece el entorno inmediato: cuidar los nietos, estar a la orden de las necesidades familiares, o vivir planificando reencuentros con los hijos.
¿En qué momento pierde el hombre o la mujer su estatus de ciudadano participe, protagónico y responsable de los procesos de transformación de su propia vida? Para responder a este planteamiento, se necesario hacer una primera aproximación a la concepción de persona, desde una orientación socio- humanista, que articule la concepción del país- sociedad- familia- persona, esta última en interacción constructiva con su medio y con otras personas, en función de la consecución de un objetivo común: una vida de calidad, desde la auto y hetero realización integral, en igualdad de condiciones
Esta concepción refiere el carácter cultural, histórico y social de la persona, presentándola como protagonista y responsable de su destino. En tal sentido, la persona adulta puede participar y cooperar, de manera permanente, en la construcción de su propia realidad, en la medida de sus posibilidades. La toma de decisiones sobre la atención de las necesidades que mejoren la calidad de vida del adulto mayor, puede estar determinada por sus posibilidades de planificar, de manera proactiva, acciones que conlleven, con cierto grado de seguridad, al logro de este objetivo. Pero igualmente debe referirse el papel de la sociedad, a través del Estado, la familia, las organizaciones de apoyo social, como entes responsables de garantizar la satisfacción de sus necesidades básicas, como derecho fundamental.
Es importante destacar, dentro de las necesidades básicas, la educación continua. La vida y la educación son procesos inclusivos que acompañan a la persona de manera permanente. En tal sentido, deben ofrecerse oportunidades para continuar su proceso de formación integral, tomando en cuenta su derecho a la participación social. Pero, los efectos de la cultura tecnocrática han influido de manera determinante en la vida del adulto mayor. Habiendo sido, en muchas ocasiones un profesional exitoso, se convierte en la edad adulta en el depositario de la sabiduría anacrónica, en un marco socio-cultural, donde la decadencia de la experiencia, como valor, es cada vez más evidente. Desde su supuesta obsolescencia profesional, su inserción a las posibilidades tecnológicas es considerada inútil.
Es así como el análisis situacional plantea, en instancias de intervención social, un problema básico de administración de políticas que aseguren la atención al desarrollo del adulto mayor, en el marco de su contexto socio histórico determinado. Este es un derecho que no debe ser discutido sino exigido en todos los niveles etarios de la población De esta manera se propician procesos de transformación individual y social, a partir de las potencialidades multidimensionales de todo ser humano, con amplias posibilidades de actuar de manera creativa y responsable, en situaciones contextualizadas. Una sociedad inteligente y efectiva, no sólo aprovecha al máximo su potencial humano, sino que lo dignifica.
En este orden de ideas, ¿es posible plantearse, en el marco de una cultura tecnocrática, la posibilidad de un adulto mayor con alta autoestima, satisfecho de los logros que ha generado su actuación de vida, autorrealizado y feliz? ¿cómo integra en su proyecto de vida, de manera estratégica, una madurez moderna y transformadora, plena de experiencias de aprendizajes y enseñanzas, en un entorno que le preestablece su campo de acción?
Ciudadanos Adultos Mayores……., liberaos
¿En qué momento pierde el hombre o la mujer su estatus de ciudadano participe, protagónico y responsable de los procesos de transformación de su propia vida? Para responder a este planteamiento, se necesario hacer una primera aproximación a la concepción de persona, desde una orientación socio- humanista, que articule la concepción del país- sociedad- familia- persona, esta última en interacción constructiva con su medio y con otras personas, en función de la consecución de un objetivo común: una vida de calidad, desde la auto y hetero realización integral, en igualdad de condiciones
Esta concepción refiere el carácter cultural, histórico y social de la persona, presentándola como protagonista y responsable de su destino. En tal sentido, la persona adulta puede participar y cooperar, de manera permanente, en la construcción de su propia realidad, en la medida de sus posibilidades. La toma de decisiones sobre la atención de las necesidades que mejoren la calidad de vida del adulto mayor, puede estar determinada por sus posibilidades de planificar, de manera proactiva, acciones que conlleven, con cierto grado de seguridad, al logro de este objetivo. Pero igualmente debe referirse el papel de la sociedad, a través del Estado, la familia, las organizaciones de apoyo social, como entes responsables de garantizar la satisfacción de sus necesidades básicas, como derecho fundamental.
Es importante destacar, dentro de las necesidades básicas, la educación continua. La vida y la educación son procesos inclusivos que acompañan a la persona de manera permanente. En tal sentido, deben ofrecerse oportunidades para continuar su proceso de formación integral, tomando en cuenta su derecho a la participación social. Pero, los efectos de la cultura tecnocrática han influido de manera determinante en la vida del adulto mayor. Habiendo sido, en muchas ocasiones un profesional exitoso, se convierte en la edad adulta en el depositario de la sabiduría anacrónica, en un marco socio-cultural, donde la decadencia de la experiencia, como valor, es cada vez más evidente. Desde su supuesta obsolescencia profesional, su inserción a las posibilidades tecnológicas es considerada inútil.
Es así como el análisis situacional plantea, en instancias de intervención social, un problema básico de administración de políticas que aseguren la atención al desarrollo del adulto mayor, en el marco de su contexto socio histórico determinado. Este es un derecho que no debe ser discutido sino exigido en todos los niveles etarios de la población De esta manera se propician procesos de transformación individual y social, a partir de las potencialidades multidimensionales de todo ser humano, con amplias posibilidades de actuar de manera creativa y responsable, en situaciones contextualizadas. Una sociedad inteligente y efectiva, no sólo aprovecha al máximo su potencial humano, sino que lo dignifica.
En este orden de ideas, ¿es posible plantearse, en el marco de una cultura tecnocrática, la posibilidad de un adulto mayor con alta autoestima, satisfecho de los logros que ha generado su actuación de vida, autorrealizado y feliz? ¿cómo integra en su proyecto de vida, de manera estratégica, una madurez moderna y transformadora, plena de experiencias de aprendizajes y enseñanzas, en un entorno que le preestablece su campo de acción?
Ciudadanos Adultos Mayores……., liberaos
Los azules ojos de mi madre
Llenos del amor que nada pide a cambio.
Azules como el mediterráneo, con sus múltiples matices
No los cerrabas para cuidarnos minuto a minuto,
hasta que Dios así lo quiso y se llevó su resplandor.
Irradiaban tus fuerzas de mujer y nos hablaban de esperanza,
del "haz bien y no mires a quien", de la humildad por encima del orgullo, del hermano que nos necesita, de lo maravilloso que es un niño...
Como flores buscaban el sol y tomaban su calor, para calentar suavemente el alma acongojada de sus hijos.
En tus ojos, la angustia se esfumaba y me arrullaba su suave contemplación que contrastaba
con tu carácter de mujer de la postguerra europea,
Esos ojos de los cuales borraste temores, tristezas, angustias, para que no se asomaran en un momento de descuido y nos asustaran la vida
Tu mirada se grabó en lo mas hondo de mi alma y
me acompaña en el día a día.
En ocasiones, el recuerdo se hace débil ante los embates de la vida. Entonces te busco en otros ojos azules y no te encuentro, la desesperanza se apodera de mi ser y de nuevo, la luz azul llena el universo.
Son los ojos de mi madre que me recuerdan su inmenso amor.
Me reconcilio con la vida, con la esperanza, con ese Dios que un día, necesitó cerca los ojos azules de mi madre y la llevó a su lado, para entibiar su corazón, como siempre lo estará el mío.
Azules como el mediterráneo, con sus múltiples matices
No los cerrabas para cuidarnos minuto a minuto,
hasta que Dios así lo quiso y se llevó su resplandor.
Irradiaban tus fuerzas de mujer y nos hablaban de esperanza,
del "haz bien y no mires a quien", de la humildad por encima del orgullo, del hermano que nos necesita, de lo maravilloso que es un niño...
Como flores buscaban el sol y tomaban su calor, para calentar suavemente el alma acongojada de sus hijos.
En tus ojos, la angustia se esfumaba y me arrullaba su suave contemplación que contrastaba
con tu carácter de mujer de la postguerra europea,
Esos ojos de los cuales borraste temores, tristezas, angustias, para que no se asomaran en un momento de descuido y nos asustaran la vida
Tu mirada se grabó en lo mas hondo de mi alma y
me acompaña en el día a día.
En ocasiones, el recuerdo se hace débil ante los embates de la vida. Entonces te busco en otros ojos azules y no te encuentro, la desesperanza se apodera de mi ser y de nuevo, la luz azul llena el universo.
Son los ojos de mi madre que me recuerdan su inmenso amor.
Me reconcilio con la vida, con la esperanza, con ese Dios que un día, necesitó cerca los ojos azules de mi madre y la llevó a su lado, para entibiar su corazón, como siempre lo estará el mío.
domingo, 29 de abril de 2007
Escribo,...luego existo
Hacer consciente el acto de escribir puede ser el inicio de una producción satisfactoria o una creación exitosa, entendiendo el éxito en función del logro del propósito cumplido por parte de quien escribe. La combinación de competencias lingüísticas, impregnadas de emociones, recuerdos, palabras mágicas, sentimientos de libertad para expresarse; la aceptación y el respeto hacia el otro y un propósito claro del “para qué y para quién” se escribe, permiten la sintonía necesaria entre el ser, el escrito y el lector. De esa forma se logra la conexión perfecta que emancipa, donde la comunicación fluye, transporta, eleva o hunde en lo más incógnito de lo humano, que no sale sino en la complicidad secreta del nexo escritor/lector.
Escribir es también convivir, el escritor y lector se unen a través del mensaje escrito, pues el texto se convierte en el pretexto para comunicarse y adquiere vida propia al fundir el ser de su creador con las necesidades de quien lo lee y lo recrea. El escritor y el lector presentan la íntima convicción de que ese texto los proyecta. Este acto de comunión que brinda la oportunidad de interactuar a través del escrito, cuando se realiza sin prejuicios, permite que pasado, presente y futuro se conjuguen en el aquí y el ahora, con propuestas matizadas por pensamientos diversos, cuya capacidad de romper falsos esquemas nos enriquece y nos ennoblece como seres humanos.
Por lo tanto, escribo, … luego existo.
Escribir es también convivir, el escritor y lector se unen a través del mensaje escrito, pues el texto se convierte en el pretexto para comunicarse y adquiere vida propia al fundir el ser de su creador con las necesidades de quien lo lee y lo recrea. El escritor y el lector presentan la íntima convicción de que ese texto los proyecta. Este acto de comunión que brinda la oportunidad de interactuar a través del escrito, cuando se realiza sin prejuicios, permite que pasado, presente y futuro se conjuguen en el aquí y el ahora, con propuestas matizadas por pensamientos diversos, cuya capacidad de romper falsos esquemas nos enriquece y nos ennoblece como seres humanos.
Por lo tanto, escribo, … luego existo.
domingo, 22 de abril de 2007
El valor de aprender para la transformación personal
El siglo XXI, previsto por los antepasados de las actuales generaciones que pueblan la tierra, como la era de la comunicación, del conocimiento, de las grandes transformaciones de las sociedades, se inicia con un debate mundial, centrado en la ausencia o la degradación de los valores morales, éticos, sociales que han orientado la existencia humana. En el marco de estos valores, poco se refiere el valor de aprender, evidenciándose que, en el ámbito de la educación formal y no formal, se establece como finalidad la búsqueda de conocimientos a través del estudio, con evidente preferencia hacia los aspectos procedimentales, relacionados con los hábitos para el estudio. Bajo una concepción conductista, se conjugan técnicas y tecnología para perfeccionar el proceso de enseñanza, sin precisar cuáles son las creencias, valores, supuestos, necesidades, estilos que tiene la persona sobre el aprendizaje.
El término valor de aprender está determinado por diversos significados que orientan el pensamiento, conservando un común denominador que es el sentido humanista de la concepción de la persona que aprende, a partir de las necesidades que generan su misión y proyecto de vida. En este marco conceptual, la práctica del valor de aprender, manifestada a través de la conducta, la palabra, la actitud hacia el proceso de aprender permite que el valor se consolide en sí mismo y fortalece los demás valores, fomentando su desarrollo humano.
Valores como la solidaridad, la tolerancia, el respeto a la vida, la honestidad, la verdad, para citar sólo algunos de ellos, constituyen cimientos de la convivencia humana. Se plantean como ejes transversales en los procesos sistemáticos de formación de la persona, pero se diluyen en experiencias escolásticas mecánicas, rutinaria, de reproducción de modelos, obviando sus capacidades de discernir y valorar lo que está aprendiendo.
En este marco, el valor de aprender se sustenta sobre una postura filosófica objetivista-subjetivista que considera el poder del hombre para trasformarse a si mismo y transformar su entorno en beneficio del colectivo, en un contexto socio histórico político determinado. Desde esta dualidad articulada, al poderse constatar las evidencias, dicho valor se convierte en una cualidad objetiva de la persona, quien a su vez se valora como sujeto- objeto de aprendizaje, y aprecia el contexto donde aprende y se desarrolla a través de aproximaciones sucesivas a objetos, situaciones, ideas, experiencias, de las cuales se apropia y le dan sentido a su vida.
La otra arista del valor de aprender, como referente, pauta o abstracción, lo convierte en guía que marca una determinada orientación de la conducta, del comportamiento humano y de la vida de cada persona, como ser gregario y de cada grupo social, hacia los procesos transformacionales deseados.
Es así como el valor de aprender, (desde el conocer, el hacer y el ser/convivir, dimensiones del aprendizaje) se convierte en un derecho irrenunciable de toda persona para construir, aprehender, tomar decisiones que fortalezcan su autodesarrollo, para luego concretar en la realidad normas y referentes que permitan a la persona manifestarse con acciones orientadas a favorecer la calidad de vida del colectivo, con el cual interactúa
En tal sentido, a partir de la reflexión de la conceptualización de la educación y una visión profunda de la realidad que le corresponde vivir al hombre del siglo XXI, interesa establecer, desde un punto de vista socio-educativo, el aporte del valor de aprender, como eje central de la transformación personal y colectiva del ser humano, a lo largo de todo su proceso vital.
El término valor de aprender está determinado por diversos significados que orientan el pensamiento, conservando un común denominador que es el sentido humanista de la concepción de la persona que aprende, a partir de las necesidades que generan su misión y proyecto de vida. En este marco conceptual, la práctica del valor de aprender, manifestada a través de la conducta, la palabra, la actitud hacia el proceso de aprender permite que el valor se consolide en sí mismo y fortalece los demás valores, fomentando su desarrollo humano.
Valores como la solidaridad, la tolerancia, el respeto a la vida, la honestidad, la verdad, para citar sólo algunos de ellos, constituyen cimientos de la convivencia humana. Se plantean como ejes transversales en los procesos sistemáticos de formación de la persona, pero se diluyen en experiencias escolásticas mecánicas, rutinaria, de reproducción de modelos, obviando sus capacidades de discernir y valorar lo que está aprendiendo.
En este marco, el valor de aprender se sustenta sobre una postura filosófica objetivista-subjetivista que considera el poder del hombre para trasformarse a si mismo y transformar su entorno en beneficio del colectivo, en un contexto socio histórico político determinado. Desde esta dualidad articulada, al poderse constatar las evidencias, dicho valor se convierte en una cualidad objetiva de la persona, quien a su vez se valora como sujeto- objeto de aprendizaje, y aprecia el contexto donde aprende y se desarrolla a través de aproximaciones sucesivas a objetos, situaciones, ideas, experiencias, de las cuales se apropia y le dan sentido a su vida.
La otra arista del valor de aprender, como referente, pauta o abstracción, lo convierte en guía que marca una determinada orientación de la conducta, del comportamiento humano y de la vida de cada persona, como ser gregario y de cada grupo social, hacia los procesos transformacionales deseados.
Es así como el valor de aprender, (desde el conocer, el hacer y el ser/convivir, dimensiones del aprendizaje) se convierte en un derecho irrenunciable de toda persona para construir, aprehender, tomar decisiones que fortalezcan su autodesarrollo, para luego concretar en la realidad normas y referentes que permitan a la persona manifestarse con acciones orientadas a favorecer la calidad de vida del colectivo, con el cual interactúa
En tal sentido, a partir de la reflexión de la conceptualización de la educación y una visión profunda de la realidad que le corresponde vivir al hombre del siglo XXI, interesa establecer, desde un punto de vista socio-educativo, el aporte del valor de aprender, como eje central de la transformación personal y colectiva del ser humano, a lo largo de todo su proceso vital.
Por amor a Manchita
Marifè es una adolescente caraqueña de andar desenvuelto. Aquella tarde, después de bajar de su transporte escolar, caminaba rápido hacia su casa, como todos los días, cuando lo vio de lejos y sintió como saltaba su corazón. Era un perrito blanco y lanudo, con una mancha negra en una de sus patas, de donde bajaba un pequeño hilo rojo, del color de la sangre: tenía una herida. Estaba sucio, mojado y parecía muy asustado. Seguramente se había escapado de su casa o se le había soltado de las manos a su dueño, ya que todavía tenía la correa en su cuello, con una plaquita donde estaba escrito su nombre: Manchita.
Marifè se acercó lentamente al perro, el animalito se agachó en sus cuatro patas, mientras movía su cola. Parecía sonreírle y la miraba con sus grandes ojos muy abiertos. Ella sintió mucha ternura y sonrió. Sin pensarlo mucho, cargó el perrito, diciéndole en voz alta algunas frases llenas de emoción:
- Tranquilo perrito, no te preocupes, yo te voy a cuidar. ¿Tienes hambre? ¿Frío?. Pobrecito. ¿Te duele la patita? Yo te voy a curar.-
Y comenzó a caminar.
Al principio no sabía exactamente qué iba a hacer y a dónde se dirigiría. Mientras se desplazaba lentamente pensó con mucha angustia: “ a mi casa no puedo llevarte, mi papá se molestará mucho conmigo y te botará a la calle o te llevará a alguna perrera, y no podré cuidarte. Pero no tengo donde ir contigo, ya es tarde y pronto se hará de noche”.
Entonces se le ocurrió una idea. Lo metería en su bolso para que no lo vieran al llegar a su casa y luego lo escondería en su cuarto, debajo de su cama. Sólo seria hasta que se curara, después lo llevaría a algún sitio donde lo cuidarían. Recordaba que su maestra, en una ocasión, les había hablado de un lugar donde cuidaban a los perros que se perdían.
Así lo hizo, entró, saludó rápidamente a su mamá. Su papá todavía no había llegado del trabajo. Se fue al cuarto, casi corriendo. Cerró la puerta y sacó el perrito de su bolso. Tenía miedo de que le hubiese pasado algo, estaba muy apretado.
El perrito salió corriendo y se escondió debajo de su cama. Marifè se agachó, extendió la mano y lo acarició. En ese momento escuchó la voz de su mamá que la llamaba para la cena. Ya su papá había llegado y estaban sentados, esperándola. Luego de asegurarse de que el perrito continuaba debajo de la cama, se fue a la mesa.
Con mucho cuidado, para que sus padres no se dieran cuenta, tomó parte de la comida: un poco de pollo, una tajada; el arroz era más difícil esconderlo. Al poco rato, les dijo a sus padres: .
-Hoy no tengo mucha hambre, me voy a acostar, estoy cansada y no tengo tareas- Les envió un beso con la mano vacía y se dirigió a su cuarto.
Allí, sin hacer ruido, alimentó al perrito, le limpió la herida con mucho cuidado, con un poco de algodón mojado en agua. El perro le lamía las manos y la cara y ella reía y le hacía señas para que no hiciera ruido. Esa noche Marifè no pudo dormir, por el temor que alguno de sus padres fuese a entrar al cuarto.
A la mañana siguiente, fue su papá como todos los días a despertarla y la encontró parada delante de la puerta. La miró y le dijo.
- Te sientes bien hija, te duele algo-
- No papá- contestó Marifè, dándole un beso en la mejilla y acariciando su cabello - vamos a desayunar-.
Al igual que en la cena, tomó parte de los alimentos y los guardó. Salió con sus padres y se despidió para dirigirse donde tomaba su transporte. La adolescente permaneció escondida por un rato, detrás de una pared. Cuando sus padres estuvieron lejos, regresó a la casa para cuidar a Manchita. Nadie podía conocer su secreto.
De esta forma, pasaron dos días. Marifé cada vez se veía más cansada y débil. Pero Manchita se recuperaba, corría por todo el cuarto, jugaba con sus peluches, y siempre tenía hambre.
Los padres, muy preocupados, llamaron a la maestra y ella les informó que Marifé tenia dos días sin ir a clase. Muy angustiados y enojados, se dirigieron a la casa y entraron, sin aviso. Fueron directamente al cuarto de su hija y la encontraron acostada con el perrito a su lado. Estaba acariciando sus orejas y diciéndole con una voz baja:
- Manchita, te quiero mucho, eres mi gran amigo, pero ya estás mejor, mi papa se puede enojar conmigo, también lo quiero mucho a él y a mi mamá que son mi familia, y no puedo defraudarlos. Mañana le pediré ayuda a mi maestra para llevarte a la casa de los perros.
Al decir eso, se puso a llorar con una gran tristeza. No se dio cuenta de que su padre y su madre se habían acercado para abrazarla con fuerza y con mucho amor. Su hija les había demostrado cuanto había crecido, cuan maravilloso y responsable ser humano era.
Marifè le contó todo a su padre, mientras su mamá cocinaba una rica cena para todos, incluido Manchita. Al día siguiente, los tres se dedicaron a buscar al dueño del perrito, que resultó ser un vecino, un niño ciego llamado Andrés.
La familia de Manchita también era muy hermosa y lo querían mucho. Andrés jugaba con el perrito y lo abrazaba con amor, feliz de haberlo recuperado. Marifè, se despidió, haciéndoles prometer que siempre lo cuidarían. A partir de ese día, de vez en cuando, Marifè visita a Manchita y con Andrés, disfruta de la compañía de un gran compañero.
Marifè se acercó lentamente al perro, el animalito se agachó en sus cuatro patas, mientras movía su cola. Parecía sonreírle y la miraba con sus grandes ojos muy abiertos. Ella sintió mucha ternura y sonrió. Sin pensarlo mucho, cargó el perrito, diciéndole en voz alta algunas frases llenas de emoción:
- Tranquilo perrito, no te preocupes, yo te voy a cuidar. ¿Tienes hambre? ¿Frío?. Pobrecito. ¿Te duele la patita? Yo te voy a curar.-
Y comenzó a caminar.
Al principio no sabía exactamente qué iba a hacer y a dónde se dirigiría. Mientras se desplazaba lentamente pensó con mucha angustia: “ a mi casa no puedo llevarte, mi papá se molestará mucho conmigo y te botará a la calle o te llevará a alguna perrera, y no podré cuidarte. Pero no tengo donde ir contigo, ya es tarde y pronto se hará de noche”.
Entonces se le ocurrió una idea. Lo metería en su bolso para que no lo vieran al llegar a su casa y luego lo escondería en su cuarto, debajo de su cama. Sólo seria hasta que se curara, después lo llevaría a algún sitio donde lo cuidarían. Recordaba que su maestra, en una ocasión, les había hablado de un lugar donde cuidaban a los perros que se perdían.
Así lo hizo, entró, saludó rápidamente a su mamá. Su papá todavía no había llegado del trabajo. Se fue al cuarto, casi corriendo. Cerró la puerta y sacó el perrito de su bolso. Tenía miedo de que le hubiese pasado algo, estaba muy apretado.
El perrito salió corriendo y se escondió debajo de su cama. Marifè se agachó, extendió la mano y lo acarició. En ese momento escuchó la voz de su mamá que la llamaba para la cena. Ya su papá había llegado y estaban sentados, esperándola. Luego de asegurarse de que el perrito continuaba debajo de la cama, se fue a la mesa.
Con mucho cuidado, para que sus padres no se dieran cuenta, tomó parte de la comida: un poco de pollo, una tajada; el arroz era más difícil esconderlo. Al poco rato, les dijo a sus padres: .
-Hoy no tengo mucha hambre, me voy a acostar, estoy cansada y no tengo tareas- Les envió un beso con la mano vacía y se dirigió a su cuarto.
Allí, sin hacer ruido, alimentó al perrito, le limpió la herida con mucho cuidado, con un poco de algodón mojado en agua. El perro le lamía las manos y la cara y ella reía y le hacía señas para que no hiciera ruido. Esa noche Marifè no pudo dormir, por el temor que alguno de sus padres fuese a entrar al cuarto.
A la mañana siguiente, fue su papá como todos los días a despertarla y la encontró parada delante de la puerta. La miró y le dijo.
- Te sientes bien hija, te duele algo-
- No papá- contestó Marifè, dándole un beso en la mejilla y acariciando su cabello - vamos a desayunar-.
Al igual que en la cena, tomó parte de los alimentos y los guardó. Salió con sus padres y se despidió para dirigirse donde tomaba su transporte. La adolescente permaneció escondida por un rato, detrás de una pared. Cuando sus padres estuvieron lejos, regresó a la casa para cuidar a Manchita. Nadie podía conocer su secreto.
De esta forma, pasaron dos días. Marifé cada vez se veía más cansada y débil. Pero Manchita se recuperaba, corría por todo el cuarto, jugaba con sus peluches, y siempre tenía hambre.
Los padres, muy preocupados, llamaron a la maestra y ella les informó que Marifé tenia dos días sin ir a clase. Muy angustiados y enojados, se dirigieron a la casa y entraron, sin aviso. Fueron directamente al cuarto de su hija y la encontraron acostada con el perrito a su lado. Estaba acariciando sus orejas y diciéndole con una voz baja:
- Manchita, te quiero mucho, eres mi gran amigo, pero ya estás mejor, mi papa se puede enojar conmigo, también lo quiero mucho a él y a mi mamá que son mi familia, y no puedo defraudarlos. Mañana le pediré ayuda a mi maestra para llevarte a la casa de los perros.
Al decir eso, se puso a llorar con una gran tristeza. No se dio cuenta de que su padre y su madre se habían acercado para abrazarla con fuerza y con mucho amor. Su hija les había demostrado cuanto había crecido, cuan maravilloso y responsable ser humano era.
Marifè le contó todo a su padre, mientras su mamá cocinaba una rica cena para todos, incluido Manchita. Al día siguiente, los tres se dedicaron a buscar al dueño del perrito, que resultó ser un vecino, un niño ciego llamado Andrés.
La familia de Manchita también era muy hermosa y lo querían mucho. Andrés jugaba con el perrito y lo abrazaba con amor, feliz de haberlo recuperado. Marifè, se despidió, haciéndoles prometer que siempre lo cuidarían. A partir de ese día, de vez en cuando, Marifè visita a Manchita y con Andrés, disfruta de la compañía de un gran compañero.
Descubriendo maneras diferentes de escribir
Inicio, con mucho entusiasmo, una experiencia novedosa de aprendizaje virtual. Siento la emoción del primer día de clase de cualquier colegiala con bulto nuevo, cuaderno nuevo, maestra nueva. Lo único diferente es que no tengo expectativas o metas prefijadas. Abro mis posibilidades a cualquier propuesta, a cualquier experiencia. A través de estos escenarios cibernéticos, de la mano de amigos colegas, nos permitiremos pisar el teclado de un computador, para que los pensamientos se transformen en oraciones, párrafos, lengua viva, hermosa, profunda, con un propósito simple, en su esencia, comunicarnos mas y mejor.
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